el abogado en la historia bíblica
el abogado en la historia bíblica

La etimología de la palabra Abogado proviene del latin “advocatus”, que traducido es: “llamado junto a”, a quien se le llamaba junto al litigante o al pleitante para patrocinarlo[1].

La profesión de Abogado inició como tal en Grecia con Antisoaes, quien fue el primer defensor que recibió honorarios por la prestación de un servicio de defensa, pero fue Pericles el primer abogado profesional.

Abogado Pericles
Abogado Pericles

Roma

En Roma se siguió una trayectoria parecida a la de Grecia.

En un inicio la defensa estuvo atribuida a personas que no eran profesionales, sino que ejercían su cometido por un vínculo que nacía entre patronos –pater familia- y sus clientes.

Aunado a ello, el enorme desarrollo del Derecho Romano hizo necesario que esa actuación derivase en una profesión, encomendada a personas que fuesen al mismo tiempo grandes oradores y jurisconsultos.

Cicerón fue el prototipo de aquellos abogados romanos y sigue siendo uno de los más grandes que la historia ha conocido.

El Abogado en la historia Bíblica

En el Antiguo Testamento de la Biblia, no encontramos ninguna referencia sobre el término “Abogado” como lo conocemos hoy en día, pero si se hace referencia a doctores judíos e intérpretes de la Ley o Torá, quienes eran maestros.

También en el Antiguo Testamento se mencionan a los intérpretes de la ley como escribas, que se encargaban de copiar la ley y otros libros de las Escrituras, cuidando que fuera la redacción íntegra, siendo este término de donde proviene la designación moderna del término escribano o notario.

Los maestros o doctores de la Ley enseñaban y discutían en las sinagogas o donde fuera, y eran principalmente de la secta de los fariseos.

Las escuelas se establecieron después de la destrucción de Jerusalén, en Babilonia y Tiberíades; en ellas se otorgaron títulos académicos a quienes aprobaban un examen.

Los de la escuela de Tiberíades fueron llamados por el título «rabino», y los de Babilonia por el de «maestro»[2].

En el Nuevo Testamento se encuentran al menos dos pasajes que hacen referencia en sí a la profesión, como la conocemos:

  • Hechos 24:1 dónde Tértulo aparentemente hace un papel de acusador de Pablo ante el gobernador Félix, quien según los escritos de Flavio Josefo, era un gobernador de Judea, enviado por el entonces emperador romano Claudio César.
  • 1 Juan 2:1 dónde prácticamente se le da ese papel a nuestro Señor Jesús, en defensa de las acusaciones de nuestros pecados.

PARACLETO – El abogado en la historia bíblica

No obstante lo anterior, si encontramos en varios pasajes del Nuevo Testamento el término Paracleto.

Dicha palabra, proviene del griego “parákletos” (παράκλητος), que traducido al Castellano es “consolador”, «abogado» o «intercersor».

¿Cuales son estos versículos?

1) El primero es Juan 14:16 el cual estamos estudiando

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro
Consolador (parákletos) para que esté con vosotros para siempre”

2) Juan 14:26

Mas el Consolador (parákletos), el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

3) Juan 15:26

Pero cuando venga el Consolador (parákletos), a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

4) Juan 16:7

Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador (parákletos), no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.

5) 1 Juan 2:1

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado (parákletos) tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Hoy en día podemos entender por abogado al profesional que defiende la causa de otro por escrito o de palabra, ante un tribunal.

Es así como Jesús defiende nuestra causa de perdón de nuestros pecados, frente al acusador que es el diablo.

Si hacemos adecuadamente las cosas, la profesión de Abogado es una profesión noble.

Al confiar una causa a tu abogado, tienes la confianza que éste resolverá lo correcto de acuerdo a lo prescrito en las leyes.

El Espíritu Santo nos consuela de esa manera, pues sabemos que al confiar nuestras peticiones, él intercederá por nosotros ante el Padre para que nos resuelva favorablemente.

[1] Arellano García, Carlos. “Manual del Abogado Práctica Jurídica”. Novena Edición, Editorial Porrúa. México, 2008.
[2] Easton, M. G. (1893). Easton’s Bible dictionary. New York: Harper & Brothers.

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por Juan P. Ramos

Soy Juan P. Ramos, abogado de profesión y creador de contenido cristiano. Además de mi formación académica en derecho, he tenido el privilegio de estudiar en el Instituto Bíblico Betel, anexo del Templo Cristiano de las Asambleas de Dios. Mi objetivo es integrar mi conocimiento secular y Bíblico para ofrecer reflexiones, estudios y recursos que fortalezcan la fe de nuestra comunidad.

2 comentario en “El abogado en la Historia Bíblica”

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